jueves, 20 de mayo de 2010

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INTRODUCCIÓN

Considera lo diferente que es la química respecto de otras ramas de la ciencia. Por ejemplo, ¿tienen los astrónomos la posibilidad de sintetizar nuevas estrellas para comparar su comportamiento y propiedades con las ya existentes?. ¿Puede un geólogo sintetizar la tierra de formas diferentes para observar si así tiene características mejores que la que habitualmente pisamos?. La biología ha tenido quizá un cierto carácter sintético porque el biólogo puede manipular genéticamente las especies para obtener otras nuevas de rasgos distintos.


Pero la Química es sin duda muy singular porque es la única rama de la ciencia que crea por sí misma sus propios objetos de estudio: las moléculas. En especial, la Química Orgánica, en la que la versatilidad del carbono como su elemento primordial no tiene límites en la formación de estructuras, excepto los de la imaginación del investigador.

La práctica de la Química Orgánica es en definitiva un viaje excitante hacia lo desconocido.

A continuación mencionaremos algunos de los avances tecnológicos que se han dado, ayudados por la Química.

AVANCES DE LA QUÍMICA ATRAVES DE LA HISTORIA

QUIMICA

Estudio de la composición, estructura y propiedades de las sustancias materiales, de sus interacciones y de los efectos producidos sobre ellas al añadir o extraer energía en cualquiera de sus formas. Desde los primeros tiempos, los seres humanos han observado la transformación de las sustancias —la carne cocinándose, la madera quemándose, el hielo derritiéndose— y han especulado sobre sus causas. Siguiendo la historia de esas observaciones y especulaciones, se puede reconstruir la evolución gradual de las ideas y conceptos que han culminado en la química moderna.


TECNOLOGÍA Y FILOSOFÍA EN LA ANTIGÜEDAD

Los primeros procesos químicos conocidos fueron realizados por los artesanos de Mesopotamia, Egipto y China. Al principio, los forjadores de esas tierras trabajaban con metales nativos como el oro y el cobre, que a veces se encontraban en la naturaleza en estado puro, pero rápidamente aprendieron a fundir menas (principalmente los óxidos metálicos y los sulfuros) calentándolas con madera o carbón de leña para obtener los metales. El uso progresivo del cobre, bronce y hierro dio origen a los nombres que los arqueólogos han aplicado a las distintas eras. En esas culturas se inició también una tecnología química primitiva, conforme los tintoreros descubrían métodos para fijar los tintes en los distintos tipos de tejidos y los alfareros aprendían a preparar barnices y más tarde a fabricar vidrio.

La mayoría de esos artesanos trabajaban en los monasterios y palacios haciendo artículos de lujo. En los monasterios especialmente, los monjes tenían tiempo para especular sobre el origen de los cambios que veían en el mundo que los rodeaba. Sus teorías se basaban frecuentemente en la magia, pero también elaboraron ideas astronómicas, matemáticas y cosmológicas, que utilizaban en sus intentos de explicar algunos de los cambios que hoy se consideran químicos.

FILOSOFÍA NATURAL GRIEGA

Desde los tiempos de Tales de Mileto, unos 600 años a.C., los filósofos griegos empezaron a hacer especulaciones lógicas sobre el mundo físico, en lugar de confiar en los mitos para explicar los fenómenos. El mismo Tales pensaba que toda la materia procedía del agua, que podía solidificarse en tierra o evaporarse en aire. Sus sucesores ampliaron esta teoría en la idea de que el mundo estaba compuesto por cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Según Demócrito, esos elementos estaban compuestos por átomos, partículas diminutas que se movían en el vacío. Otros, especialmente Aristóteles, creían que los elementos formaban un medio continuo de materia y, por tanto, el vacío no podía existir. La idea atómica perdió terreno rápidamente, pero nunca fue completamente olvidada. Cuando fue revisada durante el renacimiento, formó la base de la teoría atómica moderna.

TEORIA ATOMICA

En el siglo XVI, los experimentos descubrieron cómo crear un vacío, algo que Aristóteles había declarado imposible. Esto atrajo la atención sobre la antigua teoría de Demócrito, que había supuesto que los átomos se movían en un vacío. El filósofo y matemático francés René Descartes y sus seguidores desarrollaron una visión mecánica de la materia en la que el tamaño, la forma y el movimiento de las partículas diminutas explicaban todos los fenómenos observados. La mayoría de los iatroquímicos y filósofos naturales de la época suponían que los gases no tenían propiedades químicas, de aquí que su atención se centrara en su comportamiento físico. Comenzó a desarrollarse una teoría cinético-molecular de los gases. En esta dirección fueron notables los experimentos del químico físico británico Robert Boyle, cuyos estudios sobre el `muelle de aire' (elasticidad) condujeron a lo que se conoce como ley de Boyle, una generalización de la relación inversa entre la presión y el volumen de los gases.

FLOGISTO: TEORÍA Y EXPERIMENTO

Mientras muchos filósofos naturales especulaban sobre las leyes matemáticas, los primeros químicos intentaban utilizar en el laboratorio las teorías químicas para explicar las reacciones reales que observaban. Los iatroquímicos ponían especial atención en el azufre y en las teorías de Paracelso. En la segunda mitad del siglo XVII, el médico, economista y químico alemán Johann Joachim Becher construyó un sistema químico en torno a su principio. Becher anotó que cuando la materia orgánica ardía, parecía que un material volátil salía de la sustancia. Su discípulo Georg Ernst Stahl, hizo de éste el punto central de una teoría que sobrevivió en los círculos químicos durante casi un siglo.

Stahl supuso que cuando algo ardía, su parte combustible era expulsada al aire. A esta parte la llamó flogisto, de la palabra griega flogistós, `inflamable'. La oxidación de los metales era análoga a la combustión y, por tanto, suponía pérdida de flogisto. Las plantas absorbían el flogisto del aire, por lo que eran ricas en él. Al calentar las escorias (u óxidos) de los metales con carbón de leña, se les restituía el flogisto. Así dedujo que la escoria era un elemento y el metal un compuesto. Esta teoría es casi exactamente la contraria al concepto moderno de oxidación-reducción, pero implica la transformación cíclica de una sustancia (aunque fuera en sentido inverso), y podía explicar algunos de los fenómenos observados. Sin embargo, recientes estudios de la literatura química de la época muestran que la explicación del flogisto no tuvo mucha influencia entre los químicos hasta que fue recuperada por el químico Antoine Laurent de Lavoisier, en el último cuarto del siglo XVIII.

EL SIGLO XVIII

En esa época, otra observación hizo avanzar la comprensión de la química. Al estudiarse cada vez más productos químicos, los químicos observaron que ciertas sustancias combinaban más fácilmente o tenían más afinidad por un determinado producto químico que otras. Se prepararon tablas que mostraban las afinidades relativas al mezclar diferentes productos. El uso de estas tablas hizo posible predecir muchas reacciones químicas antes de experimentarlas en el laboratorio.

Todos esos avances condujeron en el siglo XVIII al descubrimiento de nuevos metales y sus compuestos y reacciones. Comenzaron a desarrollarse métodos analíticos cualitativos y cuantitativos, dando origen a la química analítica. Sin embargo, mientras existiera la creencia de que los gases sólo desempeñaban un papel físico, no podía reconocerse todo el alcance de la química.

El estudio químico de los gases, generalmente llamados `aires', empezó a adquirir importancia después de que el fisiólogo británico Stephen Hales desarrollara la cubeta o cuba neumática para recoger y medir el volumen de los gases liberados en un sistema cerrado; los gases eran recogidos sobre el agua tras ser emitidos al calentar diversos sólidos. La cuba neumática se convirtió en un mecanismo valioso para recoger y estudiar gases no contaminados por el aire ordinario. El estudio de los gases avanzó rápidamente y se alcanzó un nuevo nivel de comprensión de los distintos gases.

La interpretación inicial del papel de los gases en la química se produjo en Edimburgo (Escocia) en 1756, cuando Joseph Black publicó sus estudios sobre las reacciones de los carbonatos de magnesio y de calcio. Al calentarlos, estos compuestos desprendían un gas y dejaban un residuo de lo que Black llamaba magnesia calcinada o cal (los óxidos). Esta última reaccionaba con el `álcali' (carbonato de sodio) regenerando las sales originales. Así, el gas dióxido de carbono, que Black denominaba aire fijo, tomaba parte en las reacciones químicas (estaba “fijo”, según sus palabras). La idea de que un gas no podía entrar en una reacción química fue desechada, y pronto empezaron a reconocerse nuevos gases como sustancias distintas.

En la década siguiente, el físico británico Henry Cavendish aisló el `aire inflamable' (hidrógeno). También introdujo el uso del mercurio en lugar del agua como el líquido sobre el que se recogían los gases, posibilitando la recogida de los gases solubles en agua. Esta variante fue utilizada con frecuencia por el químico y teólogo británico Joseph Priestley, quien recogió y estudió casi una docena de gases nuevos. El descubrimiento más importante de Priestley fue el oxígeno; pronto se dio cuenta de que este gas era el componente del aire ordinario responsable de la combustión, y que hacía posible la respiración animal. Sin embargo, su razonamiento fue que las sustancias combustibles ardían enérgicamente y los metales formaban escorias con más facilidad en este gas porque el gas no contenía flogisto. Por tanto, el gas aceptaba el flogisto presente en el combustible o el metal más fácilmente que el aire ordinario que ya contenía parte de flogisto. A este nuevo gas lo llamó `aire deflogistizado' y defendió su teoría hasta el final de sus días.

Mientras tanto, la química había hecho grandes progresos en Francia, particularmente en el laboratorio de Lavoisier. A éste le preocupaba el hecho de que los metales ganaban peso al calentarlos en presencia de aire, cuando se suponía que estaban perdiendo flogisto.

En 1774, Priestley visitó Francia y le comentó a Lavoisier su descubrimiento del aire deflogistizado. Lavoisier entendió rápidamente el significado de esta sustancia, y este hecho abrió el camino para la revolución química que estableció la química moderna. Lavoisier lo llamó `oxígeno', que significa `generador de ácidos'.

EL NACIMIENTO DE LA QUÍMICA MODERNA

Lavoisier demostró con una serie de experimentos brillantes que el aire contiene un 20% de oxígeno y que la combustión es debida a la combinación de una sustancia combustible con oxígeno. Al quemar carbono se produce aire fijo (dióxido de carbono). Por tanto, el flogisto no existe. La teoría del flogisto fue sustituida rápidamente por la visión de que el oxígeno del aire combina con los elementos componentes de la sustancia combustible formando los óxidos de dichos elementos. Lavoisier utilizó la balanza de laboratorio para darle apoyo cuantitativo a su trabajo. Definió los elementos como sustancias que no pueden ser descompuestas por medios químicos, preparando el camino para la aceptación de la ley de conservación de la masa. Sustituyó el sistema antiguo de nombres químicos (basado en el uso alquímico) por la nomenclatura química racional utilizada hoy, y ayudó a fundar el primer periódico químico. Después de morir en la guillotina en 1794, sus colegas continuaron su trabajo estableciendo la química moderna. Un poco más tarde, el químico sueco Jöns Jakob, barón de Berzelius propuso representar los símbolos de los átomos de los elementos por la letra o par de letras iniciales de sus nombres.

LOS SIGLOS XIX Y XX

A principios del siglo XIX, la precisión de la química analítica había mejorado tanto que los químicos podían demostrar que los compuestos simples con los que trabajaban contenían cantidades fijas e invariables de sus elementos constituyentes. Sin embargo, en ciertos casos, con los mismos elementos podía formarse más de un compuesto. Por esa época, el químico y físico francés Joseph Gay-Lussac demostró que los volúmenes de los gases reaccionantes están siempre en la relación de números enteros sencillos, es decir, la ley de las proporciones múltiples (que implica la interacción de partículas discontinuas o átomos). Un paso importante en la explicación de estos hechos fue, en 1803, la teoría atómica química del científico inglés John Dalton.

Dalton supuso que cuando se mezclaban dos elementos, el compuesto resultante contenía un átomo de cada uno. En su sistema, el agua podría tener una fórmula correspondiente a HO. Dalton asignó arbitrariamente al hidrógeno la masa atómica 1 y luego calculó la masa atómica relativa del oxígeno. Aplicando este principio a otros compuestos, calculó las masas atómicas de los elementos conocidos hasta entonces. Su teoría contenía muchos errores, pero la idea era correcta y se podía asignar un valor cuantitativo preciso a la masa de cada átomo.

NUEVOS CAMPOS DE LA QUÍMICA

En el siglo XIX, los avances más sorprendentes de la química se produjeron en el área de la química orgánica. La teoría estructural, que proporcionaba una imagen de cómo se mantenían los átomos juntos, no era matemática, sino que empleaba su propia lógica. Ella hizo posible la predicción y preparación de muchos compuestos nuevos, incluyendo una gran cantidad de tintes, medicinas y explosivos importantes, que dieron origen a grandes industrias químicas, especialmente en Alemania.

Al mismo tiempo, aparecieron otras ramas de la química. Estimulados por los avances logrados en física, algunos químicos pensaron en aplicar métodos matemáticos a su ciencia. Los estudios de la velocidad de las reacciones culminaron en el desarrollo de las teorías cinéticas, que tenían valor tanto para la industria como para la ciencia pura. El reconocimiento de que el calor era debido al movimiento a escala atómica (un fenómeno cinético), hizo abandonar la idea de que el calor era una sustancia específica (denominada calórica) e inició el estudio de la termodinámica química. La extensión de los estudios electroquímicos llevó al químico sueco Svante August Arrhenius a postular la disociación de las sales en disolución para formar iones portadores de cargas eléctricas. Los estudios de los espectros de emisión y absorción de los elementos y compuestos empezaron a adquirir importancia tanto para los químicos como para los físicos, culminando en el desarrollo del campo de la espectroscopia. Además, comenzó una investigación fundamental sobre los coloides y la fotoquímica. A finales del siglo XIX, todos los estudios de este tipo fueron englobados en un campo conocido como química física.

La química inorgánica también necesitaba organizarse. Seguían descubriéndose nuevos elementos, pero no se había descubierto ningún método de clasificación que pudiera poner orden en sus reacciones. El sistema periódico, formulado a raíz de que el químico ruso Dmitri Ivánovich Mendeléiev en 1869 y el químico alemán Julius Lothar Meyer en 1870 elaboraran independientemente la ley periódica, eliminó esta confusión e indicó dónde se encontrarían los nuevos elementos y qué propiedades tendrían.

A finales del siglo XIX, la química, al igual que la física, parecía haber alcanzado un punto en el que no quedaba ningún campo sorprendente por desarrollar. Esta visión cambió completamente con el descubrimiento de la radiactividad. Los métodos químicos fueron utilizados para aislar nuevos elementos, como el radio, para separar nuevos tipos de sustancias conocidas como isótopos, y para sintetizar y aislar los nuevos elementos transuránicos. Los físicos consiguieron dibujar la estructura real de los átomos, que resolvía el antiguo problema de la afinidad química y explicaba la relación entre los compuestos polares y no polares.

Otro avance importante de la química en el siglo XX fue la fundación de la bioquímica; empezó simplemente con el análisis de los fluidos corporales, pero pronto se desarrollaron métodos para determinar la naturaleza y función de los componentes celulares más complejos. Hacia la mitad del siglo, los bioquímicos habían aclarado el código genético y explicado la función de los genes, base de toda la vida. El campo había crecido tanto que su estudio culminó en una nueva ciencia, la biología molecular.

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AVANCES TECNOLOGICOS EN LA ASTRONAUTICA


Astronomía
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El Hubble: telescopio ubicado fuera de la atmósfera que observa objetos celestes. Sus maravillosas imágenes han asombrado al mundo, descubierto estrellas y planteado hipótesis. Es el icono de la astronomía moderna.Para otros usos de este término, véase Astronomía (desambiguación).
La astronomía (del griego: αστρονομία = άστρον + νόμος, etimológicamente la "ley de las estrellas") es la ciencia que se ocupa del estudio de los cuerpos celestes, sus movimientos, los fenómenos ligados a ellos, su registro y la investigación de su origen a partir de la información que llega de ellos a través de la radiación electromagnética o de cualquier otro medio. La astronomía ha estado ligada al ser humano desde la antigüedad y todas las civilizaciones han tenido contacto con esta ciencia. Personajes como Aristóteles, Tales de Mileto, Anaxágoras, Aristarco de Samos, Hiparco de Nicea, Claudio Ptolomeo, Hipatia de Alejandría, Nicolás Copérnico, Santo Tomás de Aquino, Tycho Brahe, Johannes Kepler, Galileo Galilei, Isaac Newton, Immanuel Kant, Gustav Kirchhoff y Albert Einstein han sido algunos de sus cultivadores.

Es una de las pocas ciencias en las que los aficionados aún pueden desempeñar un papel activo, especialmente en el descubrimiento y seguimiento de fenómenos como curvas de luz de estrellas variables, descubrimiento de asteroides y cometas, etc.

No debe confundirse a la Astronomía con la astrología. Aunque ambas comparten un origen común, son muy diferentes. La Astronomía es una ciencia: los astrónomos siguen el método científico. La astrología, que se ocupa de la supuesta influencia de los astros en la vida de los hombres, es una pseudociencia: los astrólogos, siguen un sistema de creencias no probadas o abiertamente erróneas, por ejemplo, no tienen en cuenta la precesión de los equinoccios, un descubrimiento que se remonta a Hiparco de Nicea.

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Tecnologia en la edad moderna

Revolución o Nueva Revolución Industrial

Características de la II Revolución

Entre las características de este período se pueden citar 6 grandes etapas:

1. El acero reemplazo al hierro

Los métodos para fabricar el acero se conocen desde hace siglos, pero las técnicas eran muy lentas y llenas de dificultades por lo que el producto resultaba caro. Henry Bessemer, en 1856, inventó un procedimiento para producir acero: descubrió que si entraba un poco de aire a un alto horno con hierro candente, se eliminaba hasta el último vestigio de carbón y el hierro se transformaba en acero.

Con este descubrimiento, a partir de 1878 se pudo explotar una vasta escala de hierro de las minas de Inglaterra, Lorena, Bélgica y los Estados Unidos.

2. La electricidad y el transporte a petróleo

La electricidad comenzó a competir con el vapor a fines del siglo XIX, al inventarse la dínamo, máquina que permitió transformar el movimiento mecánico en corriente eléctrica, y ésta en movimiento. Así surgieron, en 1879, el tranvía eléctrico y en 1895 la locomotora eléctrica. El uso de la electricidad revolucionó los medios de transporte; también los de comunicación gracias al telégrafo y al teléfono (en la fotografía, uno de los primeros modelos).

En 1879, Thomas Alva Edison desarrolló el más revolucionario de todos los inventos, la ampolleta eléctrica, que rápidamente desplazó a las demás fuentes de luz. Otro de los grandes creaciones fue la aparición del cinematógrafo.

El segundo cambio revolucionario consistió en la utilización de los derivados del petróleo. En un comienzo, éste era considerado una curiosidad. Conocido con el nombre de aceite de la India o aceite de Séneca, se vendía en Estados Unidos por sus propiedades medicinales. Era muy escaso hasta que, en 1859, Edwin Drake perforó el primer pozo cerca de Titusville, en Pennsylvania, solucionando el problema del abastecimiento.

En 1876, Nikolaus Otto inventó el primer motor de combustión interna, punto de partida de la era motorizada. Años después se sustituyó el gas natural por la gasolina y Karl Benz equipó los motores de combustión interna con una chispa eléctrica que encendía el combustible. Siguiendo con estas invenciones, Rudolf Diesel creó el motor a petróleo, que se aplicó en las locomotoras y en el transporte marítimo y terrestre.

3. Producción en serie

Todo este adelanto tecnológico provocó una serie de cambios en la industria y trajo aparejado el trabajo especializado.

La maquinaria automática estimuló la producción en serie y el volumen de mercaderías industrializadas se multiplicó con el uso de la banda transportadora.

La producción en serie hizo posible que se fabricara un número indefinido de ejemplares de un mismo artículo en forma ininterrumpida, y que la producción se regulara no de acuerdo con la demanda, sino a lo que era capaz de hacer la máquina automática. A la vez, la fabricación en masa exigió de los obreros un trabajo especializado, en que el individuo se dedica todo el día a una tarea simple, y monótona, que lo automatiza y convierte en un servidor de la maquinaria.

4. La ciencia al servicio de la industria

La invención de estas intrincadas maquinarias no sólo trajo cambios en los métodos de producción, sino que hizo que los sabios y laboratorios de las grandes universidades prestaran su colaboración a la industria. Los más importantes descubrimientos salieron de los centros científicos y se pusieron a disposición de la industria.

En 1856, William Henry Perkin fabricó la primera anilina que marcó el comienzo de la era de la química sintética. De esta tintura se derivan la aspirina, sacarina y el ácido fénico. Con el correr de los años se idearon nuevos procedimientos para obtener papel de pulpa de madera, y para producir seda artificial con las fibras de madera.

5. Auge de los transportes

Lo más importante de la II Revolución Industrial fue, sin duda, el vuelco que experimentaron los transportes y las comunicaciones.

A partir de 1860 se ve un auge en la construcción de los ferrocarriles. Los nuevos avances, como el freno automático, la instalación de coches dormitorios y comedores y la señalización automática, contribuyeron a que el ferrocarril llegara a ser el primer y más importante medio de transporte. Con anterioridad a 1860, las locomotoras no desplegaban gran velocidad, por lo que el recorrido de largas distancias era tedioso y cansador. Sin embargo, con la utilización de las locomotoras Diesel, la velocidad llegó a más de 100 kilómetros por hora y el desplazamiento de una ciudad a otra o de un país a otro se convirtió en períodos de atractivo descanso.

  • El automóvil

Aunque no se sabe a ciencia cierta quién fue el inventor del automóvil, se ha podido determinar que Gottlieb Daimler y Charles Federic Benz idearon coches de gasolina alrededor de 1880 y que, más tarde, el francés Levassor fue el primero que aplicó a un automóvil el principio de combustión interna.

Paralelamente, Henry Ford fue quien impulsó la fabricación masiva del auto y quien se propuso ponerlo al alcance de personas de más bajos recursos económicos. Con anterioridad, este medio de transporte era considerado solamente como un "juguete para ricos".

  • El avión

A pesar de que el hombre, desde hace miles de año trató de elevarse al igual que los pájaros, esta idea sólo se concretó en 1890. Más o menos en esa época, Otto Lilienthal, Samuel Langley y otros comenzaron a hacer experimentos con máquinas más pesadas que el aire. La obra de Langley la llevaron adelante los hermanos Orville y Wilbur Wright (en la fotografía, el avión que pilotó Orville Wright), quienes, en 1903, realizaron el primer vuelo en un avión impulsado por un motor. En 1910, Luis Bleriot cruzó el Canal de la Mancha en un monoplano inventado por él y en 1911 otro francés, apellidado Prier, voló sin etapas entre París y Londres. Alberto Santos Dumont, de nacionalidad brasileña, es considerado el pionero en la construcción y vuelo de naves aéreas con motor a gasolina.

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Trabajo práctico de Historia

Avances científicos y tecnológicos de la Edad Media.

Emilia Deleglise

Armas de fuego

En la Edad Media se empleaba el fuego griego, que era un arma rudimentaria. Se trataba de un recipiente lleno de productos explosivos que se lanzaba en las filas enemigas donde explotaba al caer, incendiando todo lo que se encontraba a su alrededor. En el siglo XI los cruzados debieron afrontar las pedradas de los sarracenos, pequeños barriles llenos con una mezcla de betún, azufre, petróleo, alcanfor, resina, y polvo de carbón que explotaba, propagando llamas, que ni siquiera el agua podía extinguir. Pero fue en Florencia donde se pensó por primera vez emplear una mezcla de detonante para lanzar proyectiles.

Las bombardas aparecidas probablemente en el siglo XIII, tuvieron un uso habitual durante los siglos XIII y XIV. Ellas lanzaban grandes bolas de piedra o de fundición. El cañón estaba colocado sobre un soporte o afuste y a veces, cuando era necesario desplazarlo se lo montaba sobre ruedas. El arma era cargada con pólvora de cañón, a la cual se la hacía explotar después de haber colocado el proyectil.

La ballesta

En un documental que sella la alianza entre Génova y Alejandría, fechado el 21 de febrero de 1180, se menciona ya la ballesta.

Los pueblos bárbaros ignoraban la existencia de esta arma, pero durante la segunda Cruzada, los combatientes estaban armados de ballestas, corazas y escudos cubiertos de cuero para protegerse de la lluvia mortal de las saetas sarracenas.

Las partes esenciales de la ballesta son: el "arco", generalmente de acero, a veces de madera o de asta; el "palo", también llamado "cureña", casi siempre de madera pero algunas veces de hierro forjado o acero en las ballestas de menores proporciones; la "nuez", pequeño disco para sujetar la cuerda tensa hasta que el arma esté cargada y lista para disparar; la "llave" o manija que hace la función de gatillo de la ballesta y acciona sobre la cuerda llegado el momento. El palo tiene un canal por el cual, al deslizarse la flecha, toma la dirección precisa. El arma consta, además, de una especie de culata que el ballestero apoya en el hombro cuando toma puntería, y en la extremidad opuesta un estribo o gancho para sujetar la ballesta a la montura o a la cintura a fin de facilitar la carga del arma.

Ballesta

Fue utilizada en Europa durante la edad media como arma de guerra y de caza. Fue muy popular en Inglaterra durante el siglo XIII. Con el tipo de ballesta que aquí se muestra los arqueros utilizaban la manivela (derecha) para tensar la cuerda del arco y ajustarla en un enganche sobre el soporte de madera (centro). Después colocaban la flecha en el soporte y disparaban tirando del gatillo. Las flechas tenían unos 300 metros de alcance. La ballesta se sigue usando hoy para algunos tipos de caza mayor, pero su uso se ha prohibido en varias regiones.

Galeras de la Edad Media

Los romanos desarrollaron muchas clases diferentes de barcos de guerra durante su largo periodo de dominación en el Mediterráneo, sobre todo galeras, las cuales utilizaban puentes para abordar los barcos enemigos y algunas llevaban artillería de catapultas. Para el comercio, los romanos construyeron barcos de hasta 53 m de eslora y 14 m de manga y puntal. Se cree que construyeron barcos todavía mayores para transportar obeliscos de Egipto a Roma. Estos grandes barcos de carga se aparejaban con velas cuadras en tres palos y podían tener una gavia sobre la vela mayor.

Después del año mil las flotas de Bizancio, Venecia y Génova, estaban integradas por navíos de alrededor de 70mt. de largo, impulsados por remos y por dos velas latinas que se utilizaban cuando el viento era favorable. Estos barcos, aptos para la guerra y para las expediciones de corsarios, eran muy angostos. Se llamaron galeazas, y todas embarcaciones construidas hasta el s. XVII los tomaron como modelo. Su armamento consistía en dos catapultas colocadas a proa. Más adelante fueron reemplazadas por cañones. Además de la tripulación corriente, llevaban un centenar de hombres armados. Los remeros se llamaban galeotes y eran elegidos entre los condenados a prisión que por su fortaleza física podían soportar el trato cruel que les daban. Encadenados a sus barcos y apaleados por los cómitres, su condena terminaba únicamente con su muerte. Los remeros estaban protegidos por dos hileras de escudos, colocadas una encima de la otra a lo largo del barco. Dos grandes plataformas sostenían las máquinas de guerra, y allí también estaban los combatientes.

Los barcos mercantes medievales, construidos según el modelo de los navíos romanos, empezaron a realizar largos viajes en el s. XII, escoltados por galeras ligeras. Estos navíos tenían un castillete en la proa y otro en la popa; su velamen, hábilmente dispuesto, podía aprovechar hasta los vientos más leves. Se transformaron después en carabelas de poco tonelaje, como la Niña y la Pinta de Colón, o en enormes naves de tres palos.

Galera romana

Largas bancadas de remos impulsaban a una galera romana por el agua y en combate. Los barcos de carga romanos tenían las mismas velas cuadradas, pero las galeras poseían además defensas para protegerse del fuego y los proyectiles enemigos.

El vidrio viene del desierto

No podemos aseverar que hayan sido los fenicios los descubridores del vidrio, pero podemos decir que, junto con los egipcios, figuran entre sus primeros artífices.

Plinio cuenta que unos fenicios, al regresar de Egipto hacia su patria, hicieron un alto en Sidón, junto al río Belus. Encendieron el fuego, prepararon la comida y, para su mejor cocción, calzaron las ollas entre dos bloques de natrón. Después de comer se quedaron dormidos y dejaron el fuego encendido. Cuando despertaron en lugar de dos bloques de natrón había unos sólidos transparentes y luminosos como piedras transparentes. Zelú, jefe de la caravana, advirtió que había desaparecido la arena que estaba debajo de los bloques de natrón. Encendieron nuevamente el fuego sobre la arena y, al cabo de unas horas, de aquellas cenizas salió un colado rejo y humeante. Antes que la arena incandescente se enfriara, Zelú tomó un poco de esa materia extraña y, modeló un vaso. ¡El vidrio había sido descubierto!

Se cree que los egipcios comenzaron a fabricar el vidrio hacia el año 1400 antes de Jesucristo. Se dedicaron, sobre todo, a la producción de objetos artísticos y decorativos, y se especializaron en el colorido, como lo prueban las piezas encontradas en las tumbas de Tel-el-Amán.

Avances tecnológicos de la Edad Media

Rosetón de Notre Dame

El rosetón de la fachada norte de Notre Dame de París, fue realizado por Jean de Chelles entre 1240 y 1250. Tiene 129 metros de diámetro y está compuesto por piezas de vidrio de brillantes colores unidas con plomo y armadas sobre una estructura de hierro. Los detalles de las escenas religiosas están pintados sobre el vidrio.

Historia del reloj, la medición del tiempo

Se atribuye el invento del primer reloj solar de cierta exactitud al filósofo jonio Anaximandro (s. VI a. de J. C.) a pesar de que los griegos, según afirmaciones de Heródoto, conocían ya ese instrumento originario de Caldea.

Se le dio el nombre de gnomónica a la ciencia que trata y enseña el arte de hacer relojes solares. Éstos consisten esencialmente en una superficie sobre la cual la sombra proyectada por una escuadra metálica, llamada gnomón (en griego: indicador), marca las horas sobre las líneas allí trazadas.

La clepsidra, reloj de agua, era un instrumento mucho más perfecto, puesto que su funcionamiento no dependía del sol. Consistía en un vaso, en cuya extremidad inferior se encontraba un tubo angosto por donde goteaba el agua que caía en otro vaso. Sobre éste recipiente, una escala graduada, al llenarse, indicaba las horas transcurridas.

Hacia la segunda mitad del s. VIII, el italiano Pacífico, arcediano de Verona, construyó un pequeño reloj accionado por contrapesas que fue ofrecido luego a Pipino el Breve por el papa Pablo I. A principios del siglo siguiente Carlomagno recibió del Califa Harún al-Raschid un reloj que a cada hora, una cantidad igual de pequeñas bolitas de bronce caía sobre un timbre colocado debajo, haciéndolo vibrar con su caída. También poseía una docena de caballeros que, al marcar las doce, se asomaban por igual cantidad de ventanas.

Carlos V poseía un reloj de arena, es decir, una especie de clepsidra en la que la arena reemplazaba al agua, y que, además, permitía encender en su capilla un cirio que indicaba cada hora del día.

Al final del siglo XIV, París poseía por lo menos dos: el del Palacio, y el del Castillo de Vincennes.

En 1462, Bartolomé Manfredi habla del primer reloj "para llevar consigo". Sin embargo, la verdadera industria de relojes de bolsillo estaba todavía muy lejos.

Reloj de pesas

Muchos relojes mecánicos están movidos por pesas. Un mecanismo denominado escape regula el descenso gradual de las pesas, que al bajar impulsan una serie de ruedas dentadas. A medida que el péndulo oscila de un lado a otro, el áncora del escape deja avanzar el engranaje —lo que causa el tictac del reloj— y la pesa va bajando hasta que llega a un límite y hay que volverla a subir. En algunos relojes, un resorte en espiral sustituye a las pesas.

La imprenta

En el siglo XIV, artesanos desconocidos, con el fin de fabricar naipes, tuvieron la idea de tallar las imágenes que debían reproducir, en unas tablas untadas con tinta espesa que se aplicaban luego sobre papel liviano.

Los hombres del Extremo Oriente ya conocían este sistema y lo revelaron a los europeos; en Corea se encontraron libros impresos con caracteres móviles, que se remontan al año 1330.

El invento de la imprenta se atribuyó a Gutenberg, que fue el primero que empleó letras grabadas aisladas y las ensambló según las palabras a componer. El banquero Fust le prestó 800 florines para fundar en Maguncia la primera imprenta. Cinco años más tarde, con la ayuda de Humery, Gutenberg dio gran impulso a su empresa al mismo tiempo que perfeccionó su material.

En 1455, Gutenberg imprimió la Biblia a dos columnas y en dos volúmenes. Empleó 300 caracteres diferentes que le permitieron conseguir una elegancia gráfica prodigiosa.

Aún hoy en día no se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los procedimientos de Gutenberg, pero es evidente que su técnica era muy buena, pues durante largos años el arte de imprimir no sufrió ninguna modificación. Sus líneas eran perfectamente derechas, y lo notable es que él mismo ejecutaba las matrices para los caracteres y los cajetines para los plomos.

Prensa de impresión antigua

Las primeras prensas de impresión, como la representada arriba, utilizaban un mecanismo helicoidal para aplicar presión a la rama de impresión. Tenían sus orígenes en las prensas de los agricultores para obtener aceite de oliva. En comparación con las prensas actuales, aquellas máquinas eran lentas y sólo producían unas 250 copias a la hora.

La brújula

Instrumento para determinar las direcciones de la superficie terrestre. Se basa en una barrita imantada que gira libremente sobre un soporte vertical y queda siempre orientada hacia el norte magnético.

Instrumento que se usa a bordo para saber el rumbo que lleva la nave.

El astrolabio

Antiguo instrumento en que estaba representada la esfera del firmamento con las principales estrellas, dotado de alidadas con pínulas, para observar las alturas, lugares y movimiento de los astros.

El papel

Los antiguos egipcios emplearon el papiro para los usos propios del papel. También los griegos y romanos lo adoptaron hasta ser desplazado por el empleo del pergamino. No obstante, a mediados del s. VIII ya era famoso en el Islam el papel importado de China, el k#gid, que se venía fabricando desde el s. II de nuestra era; pero desde el 751 los musulmanes empezaron a fabricar su propio papel, y a extender su técnica a todos los pueblos de su dominio e influencia. A partir del s. XII se elabora papel en toda Europa, principalmente en España, Italia, Alemania, Gran Bretaña y Francia.La calidad del papel era inicialmente poco atractiva, ya que resultaba grueso, irregular, estoposo y basto. En sus primeros años la industria del papel utilizó tejidos de lino y algodón de desecho, ropas viejas, etc. Más tarde se recurrió a la paja de cereales, el yute, bambú, lino y, finalmente, a la fibra obtenida por desintegración de la madera. Actualmente, las nuevas técnicas y la total mecanización de los procesos de elaboración hacen de la fabricación de papel una industria poderosa y variada. Por otra parte, cada día se consigue una mejor adecuación de las técnicas y las materias primas con las distintas clases de papel que se desea obtener (de escribir y de imprenta, de envolver, de fumar, de seda, secante, de filtro, cartón, etc.).

Índice

  • Armas de fuego

  • La ballesta

  • Galeras

  • El vidrio

  • El reloj

  • La imprenta

  • La brújula

  • El astrolabio

  • El papel

Bibliografía consultada

  • Enciclopedia documental: Lo sé todo, tomos 1, 3, 5 y 9. Editorial Larousse

  • Enciclopedia Encarta 99

  • Enciclopedia Durvan

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